¡Qué pereza!... mis papás ya no son novios.

02 Sep, 2022

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Definitivamente los detalles hacen parte fundamental en el fortalecimiento de una relación de pareja.
Y no me refiero solo al detalle físico, al regalo, a la invitación, que son muy importantes, por supuesto, pero que no limitan el concepto de atención, amor y reconocimiento de uno de los integrantes de la pareja o de la familia hacia la otra persona o hacia el conglomerado familiar.

Esta clase de detalles, los tangibles, los que adquirimos con dinero, perderían todo su valor si no están acompañados de otros que en esencia son vitales: el abrazo, la mirada transparente y atenta; la sonrisa que alimenta, el escuchar con atención; las palabras dulces, la ternura en el trato. Todas estas manifestaciones permiten que la relación entre personas que se aman se fortalezca y permanezca viva en el tiempo, sin perder el aroma y el color que tenían cuando con total entusiasmo, expectativa y alegría se comenzaba a recorrer un sendero colmado de sueños, ilusiones y proyectos.

El noviazgo es una etapa muy bonita, una etapa valiosa que le permite a la pareja vivir experiencias maravillosas. Pero es un periodo que se vive sin mayores “responsabilidades”, si se acepta el término, un periodo en el que la tarea de descubrirse está menguada por la “aceptación” total del otro sin detenerse a analizar concienzudamente sus comportamientos, sus reacciones, sus necesidades, entre muchos otros aspectos que son medulares a la hora de fortalecer la relación.

Pero es innegable que esta etapa le regala a la pareja ocasiones y herramientas para fortalecer y renovar cada día actitudes que sí les permiten estar unidos, actitudes que hacen sentir que el otro es importante, es apreciado, es reconocido, es amado.

Estas herramientas son en sí las actitudes que tenemos frente a las situaciones que se viven, y recordemos que el concepto de actitud está íntimamente ligado con el querer, con el apreciar, con el respetar. Los detalles, “los del alma”, se descubren en esta hermosa etapa y se constituyen en ese combustible permanente para el fortalecimiento de la relación.

Es importante que los novios entiendan que estos detalles profundos y sinceros no pueden perder lucidez después del matrimonio. Es crucial tener presente que esta nuevo tramo de la relación no puede ensombrecer el valor de la rosa, de la paciencia, del mirarse, del escuchar, del hablar con calidez, del piropo, del “te amo” y “te extraño”.
Recordemos que cuando éramos novios que todo nos lo celebrábamos, que no perdíamos palabras del otro sosteniendo la mirada, una mirada fija en el rostro del ser amado; recordemos que nuestro lenguaje era dulce y acogedor, que se tenía paciencia; que no pasaba un minuto sin que ambos se estuvieran pensando.

Qué bueno que todos estos elementos permanezcan por siempre en la pareja con el fin de que la relación marche con firmeza y decisión hacia los sueños y proyectos comunes; con el fin de que cada integrante de la familia se sienta importante, se sienta bien, sienta el placer de hacer parte de una comunidad familiar que busca el bien común, y con el fin de que los hijos al ver que el amor, el respeto y la tolerancia se experimentan todos los días en el hogar digan: ¡Qué rico, mis papás siguen siendo novios!

Por: MARCELO PALACIO BERMÚDEZ.
Área Comercial. NAZARENO, Servicios para la vida.

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